Tuesday, November 15, 2011

Valparaiso siempre - una historia de mptc

Este fin de semana fui a Valparaíso, como siempre que tengo la
posibilidad de ir.

Hice planes, planifiqué… como siempre. Y nuevamente allá, preferí
dejarme llevar por sus calles y escaleras en una improvisación
maravillosa.

Desde chica voy. Con mi papá partíamos para allá cuando no era tan
ondero, cuando era más gris y el patio trasero de Viña del Mar.
Siempre me gustó más, porque no hay nada más aburrido que lo
evidente, y Valpo tiene mucho rincón por descubrir.
He estado en muchos hoteles, desde el Casa Higueras hasta el Lat33.
Yo me quedo con el Cirilo Armstrong, la relación precio-calidad es
inmejorable.

He comido en muchos lugares, desde el Pasta e Vino hasta el Carusso,
con la mejor plateada, en el Bijoux, donde su chef te cocina lo que
quieras, pasando por el Hamburg con su perturbadora colección de
cachivaches náuticos y un olorcillo medio nacionalista pero con un
inolvidable goulash.

He ido a la bohemia del Cinzano, donde don Manuel canta tango como
los dioses a sus 83 años, al Pajarito a escuchar guitarra y también a La
Piedra Feliz donde lo transversal de su público le da todo ese gusto
porteño tan lejos de lo pretensioso de otros lugares.
He caminado por los cementerios en diferentes estaciones del año, he
tomado la micro demencial que pasa a toda velocidad por los cerros,
he perseguido a los tipos que hacen marionetas…y siempre hay algo
nuevo, como un señor que armó su propio museo con instrumentos
musicales recolectados, o el Museo del Olvido que espero vea la luz
pronto.

Tantas cosas que están ahí si uno se deja llevar por el ritmo del Puerto,
y si uno conversa con las personas mirándolas a los ojos sin cara de
turista buscando la pomada.
Por eso recomiendo Valparaíso para caminarlo y descubrirlo. No hay
nada mejor que la disposición a perderse para encontrarse.

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